03 julio, 2010

En el cine



Me fascina ir al cine, de niña mi padre y yo solíamos ir al cine todos los domingos, bien lo decía mi madre que ese gusto lo había sacado de él, ya que ella dependiendo de la película terminaba dormida en plena sala.

Durante la adolescencia prefería ir al cine con mis amig@s, pero igual los domingos ahí estaba mi padre dispuesto para ir, probablemente me recrimino mucho hoy en día el no haber aprovechado más tiempo con él, pero como todo en la vida eres joven y rebelde, y sólo quieres pasártela con tus amig@s.

Con el paso del tiempo, mis idas al cines incrementaban, ya mi padre le huía a esas idas al cine excusándose en la edad, la poca visibilidad cuando se llegaba tarde y su pierna que le molestaba cuando quería ponerla en movimiento después de 2 horas de estar sentado. Mi madre siempre estaba dispuesta, mientras la película fuese de terror o de acción, pero eso de dibujos animados tipos El Rey León, Shrek, Ice Age, etc … esas eran justamente las que la hacían dormir.

Por lo que mi compañero de la universidad y mejor amigo de ese entonces, se convirtió en mi compañero más asiduo a las idas al cine; y entre tantas idas, miles de anécdotas que recordar. La mayoría de las veces llegábamos algo tarde como para encontrar las luces encendidas, pero a tiempo para el comienzo de la película; por lo que entre una de esas “tantas” veces no encontrábamos asientos que cumpliesen con nuestras preferencias en ubicación, así que nos tocaba divisar asiento entre la parte central, lo cual implicaba ponerle el “culo” en la cara a todas las personas que tenías que “molestar” para poder llegar a tales asientos.

Tengo mis manías como muchos claro está, y entre una de ellas, suele ser colocar mi bebida a la izquierda, y justamente un día en particular mi lado izquierdo estaba ocupado por la bebida del “vecino”, que a él sí le iba bien tener su bebida a la derecha :s por lo que mi hábito tenía que ser modificado en cuestión de segundos, lo cierto es que a media película, donde estás ya demasiado concentrada y casi viviendo en carne propia la depresión de la pobre chica que ve que su amor no es correspondido por su jefe, se trataba de Sandra Bullock y Hugh Grant en Two weeks notice (Amor con preaviso), pues ahí estaba yo sin tener control de cuanto tiempo llevaba haciéndolo, bebiéndome la bebida del “vecino”. Sí que sentía una mirada sobre mí, algo “fija”, pero la vanidad femenina estaba siempre de por medio y le comentaba a mi amigo al otro lado, “creo que el tío de al lado quiere ligar conmigo, me mira mucho y me está marchitando” .. :s .. ¡mujer tenía que ser!

Lo cierto es que mi petulancia femenina fue derrumbada minutos más tarde, cuando el “vecino” me dijo: “¿quieres también palomitas?”, (notando el énfasis del también), que acto seguido caí en cuenta de la situación, ¡me había estado bebiendo su refresco!. Ya decía yo que esa no era la bebida que había pedido, pero en fin.

En resumen, me bebí el refresco del “vecino”, el tío resultó tener buen humor y terminamos riendo de mi metida de pata, y yo salí del cine con un vaso de Coca Cola Light tamaño familiar casi completo.

2 comentarios:

felix dijo...

Azmy...

jaja, a mi también me fascina ir al cine, sobre todo situarme en la última fila XDDD. Pero tu anécdota no tiene precio. Menos mal que tenía sentido del humor, jaja. Muy bueno.

Un besote

Azmy dijo...

Hola Felix!

Siempre que recuerdo esta historia de mi vida, además de reirme también logro sentir un tanto de vergüenza aún, la verdad es que historias como esa tengo unas cuantas :P ya habrá quedado claro que soy un tanto despistada jejeje .. he recordado esta anécdota, porque para mis amigos aún sigue siendo uno de sus chistes que contar, así no esté yo presente :s .. menudos amigos me gasto eh!

Un besote para tí también!!

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